Parashat T’zaveh 5754
Shabat Zakhor
Éxodo 27:30 - 30:10 Deuteronomio 25:17-19
19 de febrero 1994 / 8 de Adar de 5754
(Traductor: José Demetrio Guerra Sánchez, demetrio-guerra@usa.net)

El Judaísmo no permite que Pésaj nos coja por sorpresa. Mucho antes de su llegada, cuando la tierra sigue cubierta por la nieve, el calendario judío nos alerta de su arribo. Una serie de cuatro shabat especiales anteriores al mes de Pisan, (Pasé empieza en la luna llena del día 15 de Pisan), animan el ritmo litúrgico del servicio de shabat de la sinagoga. Después de un largo y fundamentalmente monótono invierno, el ritmo se acelera a medida que anticipamos la renovación de la naturaleza y la redención de Israel. En las palabras de nuestra tradición: "Con el llegar del Adar, el mes anterior al Nisan, nos permitimos el placer de divertirnos.". El último mes del año, Nisan es el primero, acaba, en una ráfaga de festividades, que culminan con la celebración del Purim.

El Shabat de esta semana es la segunda festividad de esa serie y, como el resto, lleva su propio nombre especial, Shabat Zakhor, el Shabat del Recuerdo. Siempre cae en el Shabat anterior al Purim y se marca en la sinagoga mediante la lectura de un corto pasaje del libro del Deuteronomio que empieza con la palabra zakhor y termina con al tishkah-no lo olvides, (Deuteronomio 25:17-19).". El texto le suplica a Israel, que una vez establecido de manera permanente, erradique cualquier rasgo de su enemigo más odiado, Amalek, de quien Haman es descendiente, y por ello se elige este pasaje antes del Purim.

De cualquier forma, mi intención aquí no es hablar de Amalek o del Purim o de antisemitismo, sino del grupo de los cuatro Shabats preparatorios. ¿De qué otra forma se nos prepara para Pésaj si no es a través del anuncio de su acercamiento? Ellos, los Shabats, están prescritos por la Mishná, en una sección que trata de las lecturas de la Torá sobre días sagrados de fiesta diferentes del Shabat. Pero la Mishná no elabora una razón única para esos cuatro shabat que están relacionados con Adar ni propone una racionalidad colectiva que pudiera relacionarlos a una sola unidad ritual.

Me gustaría sugerir que de hecho esos cuatro shabat especiales componen una lectura integrada diseñada para reconstituir a los judíos como una nación indivisible. Pésaj conmemora el momento de nuestro nacimiento nacional. La redención transformó a Israel de ser una chusma de esclavos, empeñados en sobrevivir cada uno por sí mismo, en una nación única obligada por un sentido de misión universal. Pésaj es la más nacional de todas nuestras fiestas sagradas. Celebra el poder y la belleza del concepto de comunidad. El significado del individuo se deriva del hecho de que se forma una parte de algo más grande que nosotros mismos. El mensaje subliminal del seder sale de la admonición de Hillel: "No se separen de la comunidad.".

La primavera es una estación gloriosa de renacimiento. Muchas civilizaciones antiguas hablaban del regreso de la naturaleza, de la venida de la fertilidad y de lo pródigo de la vida. En la Torá este era un tema secundario. En su lucha contra el paganismo, prefiere identificar esta época de renovación con la formación de Israel, como el principio de una nación salvadora en el escenario de la historia mundial. La naturaleza cede a la historia como leitmotif del renacimiento tocado ahora en una nueva clave.

Los cuatro shabat especiales anteriores a Pésaj articulan los componentes básicos del nacionalismo de Israel. Durante los meses de invierno la coherencia de la comunidad se ha resentido. Tradicionalmente Jánuca ha sido siempre una fiesta de menor jerarquía a la que nunca se le ha dado el beneficio de ser considerada en la Mishná. La ausencia de días festivos importantes entre las celebraciones de Sucot y Pésaj ha permitido que los sentimientos individualistas prevalezcan. Antes de que el seder pueda hacer trabajar su magia necesitamos reafirmar el núcleo del espíritu comunal del Judaísmo. Para revivir la experiencia del éxodo, Israel debe recordarse a sí misma como nación. La preparación para la Pésaj es tanto mental como física, pero la primera prevalece sobre la última.

De esta forma, empezamos la semana pasada con el Shabat Shekalim. La lectura especial (Éxodo 30:11-16) cubrió el primer censo durante la estancia en el desierto llevado a cabo mediante la recaudación de medio shekel por cada varón mayor de 20 años. Para la época del segundo templo, esta actividad había servido como precedente para el impuesto anual pagado por los judíos en la Diáspora así como en Israel para soportar los costos de los sacrificios comunales en el templo. Los ingresos recolectados durante el Adar serían utilizados al empezar el nuevo año en el Nisan.

Desde mi punto de vista, la importancia trascendental del impuesto es que ninguna nación puede sobrevivir si sus ciudadanos no están llenos de un sentido de responsabilidad comunal. El bienestar de la comunidad es su propio bienestar. La ley judía desaprueba a los individuos que son de indiferentes al destino de la comunidad, especialmente durante épocas de peligro. Se considera que la caridad es el más alto de todos los mandamientos positivos judaicos precisamente porque ese acto modera nuestras tendencias egoístas innatas. El Shabat Shekalim nos recuerda también otra muestra de la sabiduría de Hillel: "Si yo estoy únicamente para mí mismo, entonces ¿Qué es lo que yo soy?".

El Shabat Zakhor nos sensibiliza ante la fuerza cohesiva de la historia sagrada. Mucho del judaísmo consiste en recordar y transmitir la memoria de la intervención divina, las experiencias de la degradación nacional y los tesoros de la revelación. Así lo indican las palabras de Moisés de despedida para guiar el curso de Israel: "Recuerda los días de la antigüedad, considera los años del pasado, pregúntale a tu padre, el te informará, a tus ascendientes, ellos te dirán (Deuteronomio 32:7).". La historia y no la naturaleza es el territorio en donde Israel presenció la increíble presencia de Dios. Y mediante la comunicación del pasado, transmitido eternamente, se define el carácter del pueblo.

No menos importante es el tercer componente de la población de Israel, su distintivo sistema ritual simbolizado por el Shabat Parah. La lectura adicional para ese día trata de un detergente ritual hecho con las cenizas de una vaquilla roja sin imperfecciones, que se utiliza para lavar a los israelitas contaminados por el contacto con las fuentes de impureza (Números 19:1-22). El pasaje tiene por objeto alertar a esos que se mantienen impuros de la proximidad de Pésaj y de la necesidad de ser purificados. Así ese rito simbólico alcanza a todos, ya que ninguna comunidad puede existir sin límites, lugares sagrados o ritos de las etapas de la vida.

 

Finalmente, el Shabat Ha-hodesh que llega justo antes del nuevo mes de Nisan anuncia la llegada inminente de la Pésaj. La lectura especial (Éxodo 12:1-20) declara que a partir de ahora y en adelante Nisan debe ser considerado como el primer mes del calendario, dándole de hecho al Judaísmo dos nuevos años, el Nisan en primavera y el Tishrei en otoño, uno dedicado al bienestar de la nación y el otro al bienestar del individuo. De cualquier manera, más allá de cualquier comentario específico, el Shabat Ha-Hodesh remarca la función formativa del calendario en la construcción de una identidad nacional y cultural.

Al reafirmarse las piedras angulares de la construcción del Judaísmo --responsabilidad individual por el bienestar general, historia nacional, rituales religiosos y fechas sagradas-- esos cuatro shabat moldean nuestro estado mental y fortifican los enlaces aflojados por la falta de atención. Ellos amalgaman a una multitud variada en una asamblea religiosa lista para revivir el momento de la redención nacional.

Shabat shalom

Ismar Schorsch